Descubre el entrenamiento de fuerza como primer factor para reducir la mortalidad por cáncer

Ciertamente hay muchos beneficios del entrenamiento de fuerza. Sin embargo, uno en particular es realmente sorprendente. Es decir, ahora se sabe que el entrenamiento de fuerza reduce la mortalidad en supervivientes de cáncer.

De hecho, no solo el entrenamiento de fuerza. También cualquier otra actividad física vigorosa es de gran beneficio para los supervivientes de cáncer, ya que tienen a vivir más tiempo.

Mejor aún, las personas que han padecido cáncer y realizan entrenamiento de fuerza, tienen un menor riesgo de volver a padecer esta enfermedad, en comparación con aquellas personas que no hacen ejercicio.

Primeros estudios sobre el ejercicio y el cáncer

Según una meta análisis de seis estudios que en conjunto incluyeron a más de 12 mil mujeres, reduce el riesgo de recurrencia del cáncer. En dicha investigación, las mujeres tratadas por cáncer de pecho, que realizaban tres o más horas a la semana de actividad moderadamente intensa, tenían un 24% menos riesgo de volver a padecer este tipo de cáncer.

Además, también presentaban un 34% menos de riesgo de morir por cáncer de pecho, en comparación con mujeres que no hacen ejercicio. Sin embargo, estas investigaciones en realidad no pudieron comprobar que efectivamente, el ejercicio era la causa de estos mejores resultados.

Igualmente no pudieron determinar los mecanismos que podrían explicar es efecto. Incluso no fue posible descubrir cuánta cantidad de ejercicio se necesita para que el cáncer no regrese.

¿Cómo beneficia el entrenamiento de fuerza a supervivientes de cáncer?

Pero a pesar de lo anterior, una nueva investigación ha comprobado que el entrenamiento de fuerza reduce la mortalidad en supervivientes de cáncer.

Los investigadores de la Universidad de Ciencia y Salud de Oregón, en los Estados Unidos, se dieron a la tarea de explorar el problema más a detalle. Para ello utilizaron datos que previamente habían recopilado de tres ensayos aleatorios y controlados.

Sin embargo, en este caso el propósito de la investigación fue diferente: probar el entrenamiento de fuerza como una forma de mitigar el deterioro funcional tras un tratamiento de cáncer de pecho.

Dichos estudios revelaron que los supervivientes de cáncer de pecho pueden realizar un programa de entrenamiento de fuerza de forma segura, con el objetivo de desarrollar fuerza muscular y al mismo tiempo prevenir la pérdida ósea.

Lo que hicieron estos investigadores fue regresar y observar en retrospectiva los biomarcadores relacionados con la progresión del cáncer, así como la recurrencia de la enfermedad o el riesgo de muerte.

Además, los investigadores tenían como objetivo probar la hipótesis de que el entrenamiento de fuerza actúa contra el cáncer, reduciendo la inflamación en todo el cuerpo. Todo ello al mejorar la regulación de la señalización de la insulina.

Detalles de la investigación

En los tres ensayos participaron más de 250 mujeres, y en cada estudio las participantes fueron asignadas de forma aleatoria. De esta manera, se tena un grupo que realizaba un entrenamiento de fuerza, y un grupo de control con un programa de estiramiento y relajación.

Para estos dos grupos, la rutina de ejercicio consistió en dos sesiones supervisadas de una hora, así como una sesión en el hogar de 45 minutos por semana.

Los entrenamientos continuaron durante un año. Después, los investigadores midieron los cambios en la fuerza muscular, así como en el peso y la composición corporal de las participantes.

Asimismo fue posible recolectar muestras de sangre para analizar los biomarcadores de inflamación en 215 mujeres al comenzar el estudio, luego de 6 y 12 meses de entrenamiento.

Los investigadores encontraron que en general, las mujeres que realizaron un entrenamiento de fuerza, redujeron dichos marcadores inflamatorios. Sin embargo, lo más interesante es que el efecto fue mayor entre aquellas mujeres que se ejercitaron lo suficiente como para ganar fuerza muscular.

Además, los niveles de proteína C reactiva en la sangre, se redujeron en aproximadamente un 4% entre las mujeres que realizaron entrenamientos de fuerza.

En el caso del grupo de control, este marcador de inflamación se incrementó en aproximadamente un 57%. Sin embargo, para los otros biomarcadores de sangre no huno diferentes notables entre el entrenamiento de fuerza y el grupo de control.

Al final, la investigación demuestra que los programas de entrenamiento de fuerza no solo son seguros para los supervivientes de cáncer. También pueden producir mejoras en su estado físico, su fuerza, e incluso incrementar significativamente la supervivencia.